Cómo preparas un viaje a un sitio del que nunca habías oído hablar? Muy fácil: buscando vuelos baratos para tus fechas de vacaciones. Así fue como apareció Memmingen. La verdad que nunca había escuchado este sitio, pero al buscar qué había cerca, descubrí que a solo 1h en coche estaba el castillo de Neuschwanstein. Y ese sí que lo tenía en mi lista de sitios que conocer. Y así, casi por casualidad, teníamos viaje!
Día 1: Fussen, una ciudad de cuento
Tuvimos suerte con los horarios de vuelo, salimos temprano, pero sin madrugar demasiado. A las 8:30 ya estábamos en el aeropuerto y tras unas 3 horas de vuelo llegamos a Memmingen. Lo mejor que hicimos fue alquilar coche para movernos con libertad durante los cuatro días del viaje. Para nuestra sorpresa, nos dieron un cochazo por 250 € (alquiler y gasolina incluidos). Mi novio aprendió a conducir el automático en 5 minutos y pusimos rumbo a Füssen, donde pasaríamos las dos primeras noches. El alojamiento costó 158 €, algo caro, pero la verdad no hay muchas opciones por la zona.
Viajamos en marzo y nos tocó una semana fría, pero soportable con buen abrigo. A eso de la 13:00 ya estábamos instalados en un apartamento muy cómodo. Primero, a comer! Fuimos al lago Hopfensee y comimos genial en el restaurante del camping, con raciones generosas.


Barriga llena, corazón contento. Arrancamos el coche hacia la ciudad. Primera parada: Lechfall, una pequeña cascada artificial. Buen sitio para las primeras fotos. Desde ahí caminamos hacia el centro histórico de Füssen cruzando un puente sobre el río, con vistas al castillo Hohes Schloss (cerrado en ese momento, pero vale la pena pasear por sus alrededores). La ciudad nos enamoró desde el primer momento: pequeña, encantadora, muy de cuento. Exploramos el casco antiguo, admiramos sus fachadas y paramos a tomar algo en Beim Ditsch, donde disfrutamos de la terraza y luego de la zona interior. Probamos la salchicha bávara y el típico apfelstrudel, que estaban ricos ricos.
Antes de volver al apartamento, hicimos una parada en el supermercado (momento cotilleo turista total), comparando con los de España, y cogimos algo para desayunar al día siguiente. Tocaba descansar, el siguiente día iba a ser el más intenso del viaje


Día 2: Nieve, castillos y mucha ruta
Define MÁS SUERTE! Nos levantamos bien tempranito y… para nuestra sorpresa, todo estaba completamente blanco. Había estado nevando toda la noche y cuando abrí la ventana… madre mía. El día anterior nada, y ahora parecía un auténtico paisaje sacado de un cuento. Me emociono solo de recordarlo, y más sabiendo que íbamos a visitar el castillo de Neuschwanstein, el motivo principal del viaje.
El castillo estaba solo a 7 minutos en coche desde donde nos alojábamos, y a las 8:15 ya estábamos de camino (culpa mía… la ansiedad por llegar a tiempo). Teníamos la entrada a las 10:15 (comprada con antelación, muy importante, 23€ por persona), pero había leído que la subida era larga y que no se podía llegar tarde, así que preferí pecar de puntual.
Y oye, menos mal! Pudimos disfrutar de la ruta caminando a solas, haciendo fotos sin gente por el camino, todo nevado, cada paso era más bonito que el anterior… y de repente: aparece el castillo! Puedes subir en carro de caballos o bus, pero nosotros decidimos hacerlo a pie, y fue un acierto total.
Como nos sobró tiempo, ya que habíamos llegado con mucha antelación, nos paramos a tomar un cafelito en el restaurante que hay justo debajo del castillo. Ambiente tranquilo, buena vista… ideal para entrar en calor antes del tour.


Cuando llegó la hora, hicimos la cola (súper puntuales) y entramos. Dentro no se pueden hacer fotos, pero la guía que te dan – que puedes elegir en varios idiomas – está genial. Sinceramente, se me hizo corto porque me encantó. Cada rincón parecía sacado de una película disney (que además se inspiró), y aunque me quedé con ganas de ver más, fue un momentazo de cuento de hadas. Totalmente recomendado.
Después, ya con hambre y con la emoción todavía en el cuerpo, nos pillamos un mulled wine calentito y un bocadillo de salchicha en uno de los bares que hay por la zona. Y desde ahí fuimos hasta el lago Alpsee. Volvimos a flipar, qué maravilla, la naturaleza, nieve, sin gente, un momento de pura paz.


Y seguía el día, porque esto fue solo por la mañana! La ruta que hicimos en coche desde que salimos del apartamento iba a ser circular. La siguiente: el Palacio de Linderhof. Cómo encajaba pasar por Austria, hicimos una parada en el camino para comer, vimos los campos bien verdes y preciosos, y encontramos un sitio llamado Pflach, y el restaurante Gasthof Alpenblick. Muy local, sin menú en inglés, pero nada que un buen traductor no solucione. Comimos super bien
Cogimos el coche de nuevo, dirección Alemania, y en unos 40 minutos (que se pasaron volando) llegamos al Palacio de Linderhof. El camino fue espectacular: montañas, nieve, lagos, y un buen karaoke.
Y el palacio… que preciosidad de interior, prácticamente un segundo Versailles. Casi nos perdemos la visita porque llegamos 5 minutos tarde. (Costó 10€ por persona) El tour fue en inglés, pero muy fácil de seguir. Lo único negativo (por decir algo) fue que los jardines estaban cerrados por la temporada. En primavera debe ser impresionante, sin duda.


Después pusimos rumbo a Oberammergau, conocida por sus casas con fachadas pintadas y su historia religiosa. Dimos una vuelta, tomamos un vino caliente en un sitio muy tradicional y descansamos un poco. No fue mi parada favorita, pero al estar en ruta nos venía genial.
Y la última parada del día: el castillo en ruinas de Hohenfreyberg, cerca de Füssen. Gratis y abierto todo el día. Peeero… ya estaba anocheciendo, llegamos sobre las 18h, y daba un poco de cosa. Caminamos rápido, con algo de miedo por cómo se iba oscureciendo y lo solos que estábamos, pero aún así, lo hicimos! Y desde allí vimos también las ruinas del castillo de Eisenberg justo enfrente. Buena anécdota, casi me ahogo de caminar y de la risa
Ya de noche, volvimos a Füssen por la parte alta, justo donde habíamos comido el primer día. Estaba tan bonito iluminado, con el lago y ese ambiente tranquilo, que decidimos parar una última vez antes de volver al apartamento. Nos sentamos en el bar del hotel Hotel Am Hopfensee, pedimos unos cócteles y disfrutamos de un momento romántico perfecto para cerrar este día tan completo e inolvidable.


Día 3: Descubriendo Memmingen
Tocaba dejar Füssen y poner rumbo a Memmingen, donde dormiríamos esa noche para coger el avión al día siguiente.
En el camino hicimos dos paradas muy top. La primera fue en Kempten, donde visitamos la impresionante Basílica de St. Lorenz. Justo al lado había un mercado, así que nos pillamos unos cafés… y más salchichas! Y eso que en España ni me gustan, pero aquí estaban riquísimas. Dimos un paseo por la ciudad y nos ocurrió algo surrealista, un grupito intentó reclutarnos para una secta 😂 (lo tenemos grabado en vídeo incluso), cosas que solo te pasan viajando…
La siguiente parada fue la Abadía de Ottobeuren. El lugar es precioso, pero fue el día que más frío pasamos. Increíble que no nevara, pero el viento era horrible, así que vimos el lugar rapidito y seguimos hacia Memmingen.


Menuda sorpresa nos llevamos con esta ciudad: canales, edificios bonitos, buen ambiente… Para comer, nos sentamos en una especie de taberna, Weinstube zur Eiche, donde comimos de lujo y súper a gusto. Después seguimos paseando, y paramos a merendar algo dulce en Café Martin, enorme, lleno de tartas buenísimas.
Por la tarde visitamos la plaza, seguimos explorando un poco más, y para cerrar el día, hicimos una cata de cervezas en Joesepp’s Brauhaus. Estuvimos un buen rato allí, disfrutando, conversando y disfrutando el final de este viaje tan especial. Luego ya sí que sí, nos fuimos al apartamento a descansar antes del regreso.


Cuanto costó este viaje?
Pues todo incluido – vuelos, alquiler de coche, alojamiento, comidas, entradas… y sin escatimar en caprichos – nos salió por unos 900€ los dos durante los 4 días. Lo veo bastante bien!!
Este viaje fue perfecto. De esos que salen tan bien por la compañía, las ganas, y la suerte. Porque tuvimos mucha suerte! Desde el tiempo hasta el coche, desde la nieve hasta los paisajes. La comida, el trato de la gente, todo fue increíble. Alemania no estaba en mis top, pero ahora… lo recomendaría mil veces!
Además, sin darnos cuenta, hicimos parte de la Ruta Romántica de Alemania, y vaya si lo fue. No es el típico destino que está en todas las listas, pero justo por eso, sorprende el doble. Nos llevamos recuerdos preciosos, y ahora con ganas del siguiente!