Decidimos hacer una escapada a Edimburgo desde Londres, aprovechando que el vuelo dura solo una hora. Si vienes de mi artículo anterior sobre Londres, sabrás que esta fue la continuación de mi semana de viaje. (qué hice en Londres) ¿Fue una buena idea? Aquí te cuento todos los detalles.
Cómo organizar un viaje de ida y vuelta
Organizarlo fue más sencillo de lo que imaginaba. Mi hermana y yo queríamos hacer algo fuera de Londres, ya que esta ciudad la tengo bastante vista. Barajamos varias opciones, pero los vuelos a Edimburgo encajaban a la perfección tanto en precio como en horarios.
Tomamos un vuelo temprano, en el que, con bus incluido nos dejó en el centro de Edimburgo a las 11:00. Eso sí, madrugamos bastante porque, como sabéis, los aeropuertos siempre exigen tiempo extra. La idea era explorar la ciudad, visitar solo un lugar con entrada reservada y regresar por la noche, llegando a casa en Londres alrededor de las 12pm. Sonaba viable, ¿verdad?
La mañana en Edimburgo: Castillo y Royal Mile
Moría de ganas por conocer esta ciudad, así que nada más bajar del autobús en el centro, compramos un café para llevar y nos dirigimos al Castillo de Edimburgo, donde ya teníamos entradas reservadas (unos 22€). Desde el momento en que lo ves, te cautiva: su ubicación, su historia, ¡todo impresionante! Pasamos unas dos horas recorriendo sus salas, disfrutando de las vistas y la historia que envuelve este lugar.
Después, seguimos hacia la famosa Royal Mile, una calle espectacular llena de edificios históricos y un ambiente brutal. Me encantó que hubiese un gaitero tocando por las calles, fue como entrar en la esencia que piensas que es Escocia. Al mediodía, paramos en un pub histórico, The World’s End, donde disfrutamos de un delicioso estofado de carne dentro de un pie.
Tarde de paseos y rincones mágicos
Por la tarde, continuamos explorando la ciudad. Seguimos un recorrido circular que terminaba cerca del castillo, donde tomaríamos el autobús de regreso al aeropuerto. Paseamos por calles que parecían transportarte a otra época, con sus famosos «closes» y rincones llenos de encanto.
Visitamos Princes Street Gardens, con sus impresionantes vistas al Monumento Scott, y caminamos hasta el Palacio de Holyrood. También pasamos por tiendecitas típicas y, como fanática de Outlander, no pude resistirme a hacer una parada en Bakehouse Close, uno de los escenarios de la serie.
Para cerrar el día, ya con el cansancio acumulado, encontramos un bar acogedor en la zona alta de la calle Victoria Street (una pena que no guardé el nombre). Probé whisky escocés caliente, y que rico estaba!
¿Lo volvería a hacer?
Aunque hubo contratiempos con el vuelo de regreso y llegamos muy tarde a Londres, considero que la experiencia valió totalmente la pena. Sin embargo, creo que lo ideal sería pasar al menos una noche en Edimburgo para disfrutarla con más calma.
Eso sí, me queda pendiente una visita más larga para recorrer Escocia en condiciones. Esta ciudad es una joya que se queda corta con solo un día.
Por cierto si queréis ver mi itinerario oficial, que os pueda servir como guía lo tenéis aquí: Itinerario Edimburgo
